domingo, 2 de agosto de 2009

Un ejemplo de desarrollo urbano: San Sebastián de La Gomera (s. XV-XVIII).


Plano de San Sebastián. Leonardo Torriani.


Torre del Conde


Casa de La Aguada


Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción


I. Introducción.

San Sebastián se enclava en una bahía situada en el flanco sureste de la isla de La Gomera. Su espacio geográfico queda delimitado por el espacio que se determina entre los dos barrancos que posee el término municipal y el espacio que se abre frente al mar. A ambos lados se cierra con sendas formaciones rocosas que delimitan de manera rectangular la superficie donde se desarrollará, desde el siglo XV, la capital insular.

Desde los tiempos de la conquista de la isla, se fundará un pequeño asentamiento que desde 1440 tomará Hernán Peraza “El Viejo”. Como en todos estos primeros establecimientos, las primeras fundaciones serán de carecer religioso – militar. Así entendemos como en estos primeros instantes, aún cuando la isla no había sido conquistada, se levantaran las primeras casas, la primera ermita y la primera fortaleza, la conocida como Torre del Conde.

Pero aunque después incidamos este desarrollo urbanístico, creemos necesario delimitar espacialmente un territorio que, en gran medida, no sufre modificaciones significativas hasta bien entrado el siglo XX, conservando aún a día de hoy la misma traza que desde finales del siglo XV se planteara: una gran calle en torno al poder religioso que conecta con el poder civil flanqueado por el poder militar. Estos tres ejes centrales, los vamos a encontrar en casi todos los nuevos emplazamientos y en las nuevas trazas que se fundaron en aquellos momentos. Posteriormente veremos cómo se articularán en torno a un espacio central o plaza, no siendo el caso de San Sebastián; pero sin embargo, sí se alinearán en torno a una calle que en extensión no supera los doscientos metros.

Esta delimitación territorial de la Villa de San Sebastián tiene su reflejo no sólo en la idiosincrasia del municipio, sino sobre todo en su economía. Desde el siglo XV, la ciudad vivirá volcada al mar a través de su puerto, que se convertirá en la siguiente centuria en uno de los más importantes de las islas por su facilidad de entrada y descarga, así como por la tranquilidad de sus aguas. Así veremos cómo su bahía recoge a ilustres visitantes como el propio Cristóbal Colón. Sin embargo, no serán sólo gratas las visitas que recibirá la capital gomera, sino que por el contrario sufrirá diversos ataques piratas por parte de corsarios ingleses y hugonotes que destruirán en gran medida las construcciones existentes.

Por todo ello consideramos que un buen ejemplo de desarrollo urbano en Canarias es el caso de San Sebastián de La Gomera. Hemos procurado centrar el análisis urbanístico en las centurias correspondientes a la época moderna porque entendemos que son las presentan las características más interesantes para entender su planimetría espacial.

II. El urbanismo tras la conquista de la isla.

Como comentamos en la introducción, los primero datos que tenemos del primer asentamiento tras la conquista de la isla se remontan hacia 1440 con Hernán Peraza y en la que encontraremos tres edificaciones fundamentales para vertebrar el eje de la villa: la Casa de los Peraza (Casa de la Aguada), la Torre de los Peraza (Torre del Conde) y la primitiva ermita de Nuestra Señora de la Asunción. Junto a esta última habría que nombrar la ermita de San Sebastián, levantada en estos primeros momentos a las afueras del pueblo por devoción del propio señor.

Así pues, desde la Casa señorial hasta la primitiva iglesia se trazará la que se conocerá como Calle Real, si bien no será otra cosa que la principal vía que salía de la capital hacia el resto de la isla. Como en otras fundaciones contemporáneas, alrededor de la iglesia se abre una plaza, eje del encuentro y las relaciones sociales de la comunidad. Poco tiempo después, en un solar situado encima de la Torre, se fundó el convento franciscano de los Santos Reyes, que permitió ampliar hacia el noroeste la primitiva fundación, pero ya nos estamos remontando hacia las primeras décadas de 1500.

Las primeras referencias escritas no las vamos a encontrar hasta bien entrado el siglo XVI con las descripciones del ingeniero de Felipe II nacido en Cremona Torriani y con las descripciones del portugués Gaspar Fructuoso.

En la obra de Torriani se comenta que debía de tener unas doscientas casas y donde vemos de manera clara las referencias claras que hemos comentado: la iglesia, la torre, la ermita y el convento. Todos ellos unidos en una trama bastante regular con huertas entre las manzanas.

Sin embargo, Fructuoso sí nos revela el nombre de algunas calles, como la de San Francisco, que uniría la entrada al antiguo convento con la plaza mayor o plaza de la iglesia, quizá correspondiendo actualmente con la Avenida de Colón. Por otro lado nos habla de la ermita de Santa Ana, hoy desaparecida, y que se encontraría en la vía principal, no mucho más alejada de la iglesia matriz. Sin embargo hemos de decir que en estos momentos, la primitiva ermita de Nuestra Señora de la Asunción pasa a ser una iglesia con tres naves, con un aspecto parecido al que conocemos hoy en día, al menos en lo que a su fachada gótica conocemos. Alrededor de la principal vía de comunicación, debieron de asentarse las principales viviendas de la gente adinerada, ya que conservaban las mejores fachadas, creciendo en torno al puerto las zonas más humildes de la capital.

Junto a estas edificaciones centrales, a finales del siglo XVI también había una ermita justo sobre el cauce del barranco de La Concepción, más al oeste del convento, la cuál se encontraba bajo la misma advocación. Al otro lado, sobre la montaña de Buen Paso, otra ermita del mismo nombre; y extrarradio de la urbe, dos ermitas más, una en Puntallana, dedicada a la patrona de la isla, la Virgen de Guadalupe, y otra mucho más al norte, erigida bajo la advocación de Nuestra Señora de las Nieves.

III. El urbanismo en los siglos XVII y XVIII.

Tras los ataques sufridos por los piratas Jacques Capdeville en 1571 y Pieter Van der Does en 1599, la villa quedará gravemente dañada, apenas conservando un escaso número de edificaciones en pie. Por este motivo, el siglo XVII será un siglo de reconstrucción y transformación de lo que será la urbe un siglo más tarde. Sin embargo, esta reconstrucción no afectará a la traza urbana, ya que no registraremos cambios significativos durante esta centuria. Las mismas manzanas, las mismas casas, las mismas ermitas…

Por otro lado, los nuevos gobernadores, así como las nuevas dependencias administrativas se asentarán en San Sebastián, levantando nuevas viviendas de gran relevancia alrededor de la Calle Real y las adyacentes. Aparecerán nuevas vías, como las traseras de la iglesia y se ampliarán las viviendas hacia el norte de la vía principal, quedando incluida en el centro de la urbe la antigua ermita de San Sebastián, que había sido reconstruida poco tiempo atrás, a finales del XVI.

En este siglo XVII resurgirá la economía y el puerto ganará en desembarcos tras las dudas ocasionadas por los ataques piráticos. Así veremos como se asentarán un gran número de artesanos, comerciantes y taberneros en la villa capitalina. En las zonas colindantes al convento, que hasta poco tiempo atrás había sido el límite de la urbe, se irá completando con viviendas de poco valor que irán generando una especie de barrio unido a las calles principales por la citada calle de San Francisco.

Otro núcleo importante será el que se funde en torno a la ermita del Buen Paso. Se trataba de una manzana de casa que no tenía ningún tipo de organización y que constituían la entrada al camino de la Hila, que conecta con el otro lado de la barrera natural que separa la bahía de San Sebastián. Seguramente, debido a su cercanía con el puerto, se tratase de algún núcleo de pescadores los que allí se asentaron, sin que podamos aseverar esta cuestión.

Pero si hubo alguna reforma importante en estos momentos será la aparición de dos nuevas fortalezas para proteger la entrada a la capital insular. Se trata del castillo de Buen Paso y de Los Remedios. Ambas fortalezas, de no demasiado tamaño y hoy desaparecidas, surgieron como urgente respuesta a los ataques sufridos por la isla tiempo atrás y como necesidad de protección ante los nuevos tiempos que se avecinaban. No olvidemos que en 1743 el corsario inglés Charles Windham atacó la villa, produciéndose tres muertos en dicho ataque. Se tratan ambas de fortalezas de tipo baluarte de no grandes dimensiones y con puntas para mejorar la capacidad defensiva de la villa, en especial la entrada por la bahía.

Así veremos como en esta centuria quedará totalmente configurado el espacio urbano de San Sebastián: el poder militar con la Torre y los nuevos baluartes, el poder civil en torno a la Calle Real y el poder religioso desarrollado en torno a la iglesia y su plaza, contando además con un buen número de ermitas extrarradio de la urbe. Hoy en día, exceptuando algunas edificaciones desaparecidas, sigue existiendo la misma traza que en esta centuria.

El urbanismo del 1700 seguirá las pautas comenzadas en el siglo anterior tras las reconstrucciones. A esto hay que unirle la victoria sobre Windham en 1743, lo que dará una moral muy importante a los habitantes de la villa, quienes comenzarán a mostrar su orgullo adecentando sus viviendas con amplias balconadas y elevándolas en altura. Así vemos como las casonas que hoy conservamos en el núcleo histórico de San Sebastián, pertenecen casi todas a este siglo. Por otro lado, la iglesia se agrandará con sus dos nuevas fachadas laterales, configurando el espacio tal y como hoy se encuentra.

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