sábado, 27 de agosto de 2011

Sueño

Quem contar um sonho que sonhou

Pedro Ayres Magalhães

Anoche soñé

Que soñaba contigo.

Un sueño tranquilo,

Casi húmedo

Y –confirmado- real.

Tenías dos alas

En el pecho como un extraño ser

Que entretejía una tela

Nacarada, pero transparente.

Tenías en los ojos

Un antifaz hecho de hielo

Que se aguaba conforme

El sol de la mañana

Entraba por la ventana.

Había también dos lunas

En el pequeño balcón de la sala.

Uno era grande, azul,

Diríase que era una gran esfera ardiente.

El otro, pequeño, frágil

Y de apariencia casi imperceptible.

En medio de este raro sueño

Aparecieron –como de pronto-

Tus labios buscando desesperadamente

Los míos. Y desperté.

Sé que no resulta sencillo

Entender los sueños soñados,

Pero menos entendible

Es concebir mi cama

Sin el tibio aroma de tus brazos

Abrazándome como pidiendo

Un solo segundo de sueño más…

Definitivamente

Si pudieras creerme, amor,

Que en los tiempos que corren

Lo más difícil es esperar la escarcha

De la madrugada en el mismo lecho,

Si supieras que lo complicado

De las relaciones

Son las palabras que –heridas-

Son volcadas al viento

De manera inevitable por las parejas.

Si tan solo te dieras cuenta

Que, contrariamente a esto,

Lo más sencillo es acompañar

Tus sueños de mis caricias

Y dejar fundir el hielo de las desdicha

Con un verso apropiado

Y apropiarme –sin tu permiso-

De ese aroma a vida

Que exhalas cuando la vida

Vuelve a asomar un nuevo día:

Es decir, en el ocaso de tus párpados

o –para mí- en el naciente de mis dedos

bajo tu corta falda.

Definitivamente, amor,

Me quedo con ese instante húmedo y cálido.